Sobreviviendo a ti [Lily]

Había despertado en una cama que no era la mía (eso lo supe por la rigidez del colchón) rodeado por una cortina como separador. La enfermería.
Genial, simplemente genial.
Intenté hacer memoria y recordar como es que había llegado aquí, pero solo conseguí un dolor de cabeza. La enfermera regreso a verme cuando supo que estaba despierto. Y gracias a ella fue que mi mente se desbloqueó y recordé todo. Estaba en una practica del equipo de Quidditch, entrenábamos al miembro más reciente: un chico de quinto que ocupaba el puesto de bateador, pero el novato en lugar de enviar la bludger a su compañero me la había lanzado a mi. ¡A MI!
Hay que ser estúpido para hacer eso, y ser nuevo no lo justifica. No era un chico de venganzas, pero considerando que había ido a parar hasta la enfermería, al menos le daría unas cuantas palabras. Asi que la bludger me habia dado justo en centro cuando estaba por capturar la octava snitch del día, derribandome de la escoba. Según palabras de mi cuidadora, habia caido de al menos dos metros y medio, nadie habia podido detenerme y me habia desmayado al instante, en cuanto toque tierra.
Bueno ¿pues que esperaban? Que me quedara consciente.
Habían pasado al menos cinco horas desde mi accidente. El sol no tardaría en ponerse.
En la mesita de al lado había algunos dulces y una que otra nota. Tomé las ranas de chocolate, moría de hambre y muy probablemente no me darían de alta hasta mañana. Eso significaba perderme la cena. Mi estomago rugió en cuanto entendió la gravedad del asunto.
La nota era de Scor, más bien un dibujo, de mi cayendo cómicamente.
Tu también sufrirás las consecuencias.
De pronto la enfermera apareció y me dijo que tenía visita. Una chica bajita de cabello pelirrojo salio detrás de ella. Lily.
- Antes de que creas que puedes comenzar a quedarte con mis cosas -dije rápidamente.- Quiero decir, que falta mucho para que deje este mundo.
A pesar de mi caída, según me dijeron no había tenido ningún hueso roto, sólo esguinces. Ella se veía preocupaba.
- Además, seguramente, James se adelantaría y se apropiaría de mi habitación.- dije intentando tranquilizarla un poco.

Estaba en el gran comedor, charlando con unas niñas de mi clase, nos reíamos de todo las cosas que nos habían ocurrido durante el día, también habían temas de chismes, esos eran los más raros y divertidos.

Había terminado mis clases hace un rato y al parecer ya iban a comenzar a cenar, los alumnos llegaban en grupos, riendo y hablando que sabe qué cosa, entraban de todas las casas, mire la mesa de slytherin, no había visto a mi hermano hace un buen rato, y no se encontraba en ella, era raro puesto que estaba Malfoy sentado ya, y esos dos siempre estaban juntos. Luego de un rato comenzaron aparecer toda clase de alimentos, pasteles, pan, manjares, todos se pusieron a comer tan rápido que no deje de sorprenderme, al parecer tenían apetito, yo sin embargo a penas cogí un pan y una que otra cosa.
Entre charlas y risas, escuche a un chico decir que mi hermano estaba en la enfermería, sin pensarlo me acerque a él -que estas diciendo! que mi hermano que?- le dije alzando la voz, el chico me miro sorprendido -lo siento Lily, pensé que lo sabias- . No era posible siempre me enteraba de la ultima, era mi hermano como nadie me había dicho!. Salí rápidamente del comedor hacia la enfermería, si estaba allí debió ser algo grave, en la esquina del pasillo divise a la señora Pomfrey y camine hacia ella, para preguntarle por Albus, al escuchar su información la seguí en silencio.
Cuando llegamos vi a mi hermano, parecía que estaba bien, por lo menos no estaba con ninguna herida visible, iba a abrazarlo, cuando este hablo. -Siempre pensando que quiero tus cosas!- no era posible que pensara en ello, aunque debía reconocerlo algunas pertenencias de Albus eran tentadoras, -si, lamentable-mente- dije riendo de lo que había dicho segundos después, -eres injusto, y yo que me vine muy preocupada por ti! y me dices esas cosas- dije sentándome en la orilla de la cama, -es muy seguro, pero James es mas bueno que tú- dije seria y dándole un pequeño golpe-cito en su estómago, -el compartiría tus cosas conmigo- agregue divertida.

Estaba muy preocupada por Albus, después de todo era mi hermano, y a pesar de las peleas y discusiones que teníamos en ocasiones, lo quería mucho. Me había molestado bastante en haberme enterado de la ultima del accidente de Albus, era imposible que yo siendo su hermana, nadie tuvo la decencia de habérmelo dicho, bueno ya no era importante, ya estaba aquí con el.

Reí cuando Albus se empezó a mover para demostrarme que no tenia ninguna lesión -ya me di cuenta, tontito- dije riéndome -¿además te imaginas si te hubiera pasado algo mas grave?, mamá de seguro de muere- me pare de la orilla de la cama para ponerme mas cómoda, pero esta vez al lado de Albus, -ese Thompson, le haré una visita, nadie golpea a mi hermano excepto yo- dije seria, luego sin controlarme me largue a reír.
Luego de escucharlo, me sentí culpable por no haberlo ido a ver antes -lo siento, es que... nadie me lo dijo, ¿lo puedes creer?, yo que soy tu hermana me entero siempre de la ultima- dije algo molesta, -pero para la próxima vez que te ocurra algo, seré la primera en estar aquí- le sonreí con mi carita de "perdón"

- Espero no haya una próxima vez -dije comenzando a reír, pero paré de golpe. ¿Había mencionado a mi madre? No, no, no.
Mamá era muy comprensiva y liberal, pero no dejaba de ser mamá, y cuando se trataba de nosotros se ponía en plan toda protectora.
- Mamá no lo sabe ¿cierto? -esperaba una respuesta negativa.
James había tenido un accidente en segundo a causa de una de sus propias bromas. Aquella ocasión terminó con una pierna y un brazo roto. Mamá no había confiado en los cuidados que tendría en la enfermería, argumentando que quien mejor que ella para cuidar a su "bebé".
Así James paso al menos tres meses en casa, hasta que se recuperó, sólo que fue demasiado tarde. El año escolar había terminado y paso las vacaciones también en casa. No quería dejar el colegio a causa de un simple esguince.

reí al verlo ¿preocupado?, mamá era muy complicada cuando algunos de nosotros nos enfermábamos y seria muy gracioso que se enterara - tranquilo, no lo sabe.... aun- lo mire graciosa, de seguro se enteraría por el colegio, aunque era una lastima, yo quería decírselo -le mandaré una lechuza, siempre y cuando el director no se me adelante- dije pensativa, me largue a reír al ver su cara, al parecer no estaba grave, pero con mamá a su cuidado, eso era realmente genial -a fin de cuenta se enterará tarde o temprano, y como tu eres su bebé- dije agarrándole sus mejillas -de seguro llegará cuanto antes, y yo estaré aquí contemplando el espectáculo- agregue con una de mis mejores sonrisas.

Ella estaba disfrutando al verme en esta situación y se divertía a lo grande.
- Sé que se enterara - era inevitable que eso sucediera, algun profesor o la propia enfermera le enviarían una notificación y ya sabría lo que sucedería a continuación, ella dejaría lo fuera que estuviese haciendo y tomaría la red flu para llegar hasta aquí. - Pero prefiero que sea tarde, cuando yo ya no esté en esta cama y así mamá no tenga excusa para llevarme.
Pellizco mis mejillas pero le di una palmada a sus manos para que me soltara. Odiaba que las personas hicieran eso, mis tías y la abuela en especial lo hacían muy seguido, aún intentan apretujar mis mejillas pero después de la mirada dura que les dirijo optan por no hacerlo. Y era cierto, detestaba poseer aún rasgos de bebé, a las chicas eso les parecía adorable. Yo no quería ser adorable, cuando eres "bonito" no te toman realmente en cuenta, pero por otra parte gracias a ello siempre conseguía lo que quería y nadie sospechaba de mi.
Recién Lillan terminó de decir aquello cuando las puertas de la enfermería se abrieron y mi madre entro. Hice una mueca, ella llegó hasta donde estaba y antes si quiera de poder decir algo me abrazó fuerte y comenzó a revisarme por completo. Lily intentaba callar sus risas cubriendo su boca. La miré mal, ya me las cobraría después.
Tomé las manos de mamá e hice que me mirará.
-Ma estoy bien, en verdad. -pero sin importar cuantas veces lo repetía ella me ignoraba y susurraba cosas.
- Mami. -no solía llamarla de esa manera, pues era como una palabra clave que solo utilizaba cuando había hecho algo malo y no quería que se enfadase. Era una palabra mágica que me había salvado de varias. Se detuvo en cuanto me escucho, y yo le sonreí.

Esa mañana solo me había presentado en la oficina para entregar mi articulo, después había regresado a casa para... en realidad no tenía que hacer. Todo estaba limpio y ordenado, las cuentas pagadas, ni un desperfecto; con tanto tiempo libre comenzaba a sentirme sola. Me había refugiado en la cocina, asaba, freía, mezclaba, empanizaba, horneaba, en fin, hacia comida como para un eminente final y luego la enviaba a familiares, amigos o conocidos, porque cuando cocinaba recordaba a mi madre, me recordaba a mi de pequeña en la cocina de la madriguera ayudándola, aunque no siempre me gustara, pero lo hacía. Y entonces ya no me sentía tan sola. Pero a medio día una lechuza parda picó la ventana, en cuanto desate el sobre se fue. Lo miré, en un inicio no reconocí el sello hasta que supe, era una carta del colegio. Pensé o más bien rogué, que James no estuviera de nuevo en problema pero conforme leí el contenido me quedé estática; la profesora, ahora directora, McGonagall me informaba que mi pequeño Albus había tenido un accidente no grave.
Un accidente es un accidente. y todos los accidentes son graves, estaba claro que intentaba tranquilizarme. Tomé mi abrigo y me dirigí a la chimenea. Minutos más tarde ya estaba caminando al lado de la enfermera hacia la enfermería, mientras me ponía al tanto de la situación.
Llegamos hasta el lugar, antes de entrar la enfermera me dijo que no podía quedarme mucho tiempo, ya hablaría más tarde sobre el traslado de mi niño a nuestra casa. Abrí las puertas de par en par y entré a paso firme, Albus no estaba solo, su hermana le hacía compañía. Me dirigí por completo en él, toda mi atención solo en mi pequeño, le abracé y sin decir nada comencé a revisarlo, tenía ya una idea de lo que había sucedido, pero debía asegurarme yo misma. Sus manos tomaron la mías, pero aún no acababa con la inspección.
Cabeza ya, brazos ya, pecho ya, espalda ya, manos ya, abdomen ya... iba haciendo en recuento y de pronto lo escuche, me llamó como hace años no lo hacía. Me detuve y le miré, me sonrío y entendí que estaba bien, paré con el examen físico. Le abracé de nuevo por largo rato.
- No puedes culparme por preocuparme por ti.
Mis hijos eran mi todo. Besé su cabeza y lo solté, le di un abrazo corto a mi hija.

Vale, que dijeran lo que dijeran yo nunca cambiaría un abrazo de mi madre por nada del mundo.
En cuanto me soltó también le dio uno a Lily, pero no de igual forma.
- No lo hago, por el contrario te lo agradezco. Pero...- siempre había un pero. - No me gusta que te preocupes demasiado. La enfermera te dijo lo que sucedió ¿cierto? Nada esta roto.
Comencé a moverme como lo había hecho antes para demostrarle a mi hermana lo mismo. Sentí un pinchazo de dolor que comenzó por mi tobillo y subió por toda mi espalda. Fingí que nada había pasado.
- Estoy bien, la enfermera me ha dado una asquerosa cosa que hará que todo vuelva a quedar como nuevo.
No me lleves a casa

Realmente, era divertido ver a Albus preocupado por mamá, era inevitable no reír, golpeo mis manos para quitarlas de su rostro, aunque no me había dolido, lo mire enojada. De pronto se abrieron las puertas y mi madre apareció en la habitación, se fue directo hacia Albus para revisarlo, -esto iba ser genial- pensé, me tape la boca para contener la risa, miraba a Albus burlonamente, luego de revisarlo y darle un beso, mamá se dirigió a mi a darme un abrazo corto, de verdad no esperaba mucho que me tomara en cuenta, pero con tal que "molestara" a mi hermano...

Albus trataba de convencer a mamá para que no lo llevara, pero esta no se veía del todo convencida -yo creo que Albus esta pálido, ¿no lo crees mamá?- dije mirándolo burlona.

Asentí, fue lo primero que había hecho al llegar, preguntar que había sucedido con mi pequeño.
Me miraba suplicante. Escuché la voz de Lillian a mi lado, había olvidado que también estaba presente.
Pude vislumbrar la sonrisa bailando en su rostro.
- Lily no molestes a tu hermano.
Me senté en la orilla y pasé una mano por su frente apartando sus cabellos.
No se veía mal, y la enfermera me había dicho que no necesitaría quedarse por mucho más tiempo. Después de meditarlo varios minutos me puse en pie. Justo en ese momento entro la ayudante informándonos que la hora se visitas se había terminado.
- Bien, supongo que todo esta en orden y que mañana regresarás a tus clases.
Me acerqué de nuevo y le abracé.
- Os enviaré una lechuza a primera hora para saber como estas.
Me coloqué el abrigo, besé la frente de Lillian y me despedí con un movimiento de mano.
Salí de la enfermería no sin antes intercambiar unas palabras con la encargada, y después regresé a casa.

Sonreí triunfante y le mostré la lengua a mi hermana, cuando mi madre giró a verla.
- Asi es Lily, no me molestes, que no ves que estoy mal.- dije poniendo una mueca de dolor pero recordé que se supone estaba bien, así que de nuevo coloque una sonrisa en mi rostro.- Bueno, mal, mal, pues no, pero... sólo no me molestes.
Mamá se sentó a mi lado y me miró, al parecer debatía interiormente sobre si llevarme con ella o dejarme, después de lo que parecieron segundos interminables se levantó y justo entro la ayudante.
Y mamá dijo las palabras mágicas. Me abrazo una última vez.
- No debes preocuparte, estaré bien.
Asentí, una lechuza ahora era el menor de mis problemas. Se despidió de ambos y salió.
Solté el aire contenido, temí que se arrepintiera antes de salir.
- También debes marcharte. Ve a descansar. No creo verte en el desayuno pero estaré para la comida. -sonreí.
Vi como ella también caminó hacia la salida, le llamé antes de que saliera y le agradecí su visita.
Me quedé solo en esa cama incómoda, la noche sería larga.