Momento de gloria {Scorpius H. Malfoy}

por **Chloé E. Benoit** Lun Jul 16, 2012 10:41 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Aquellos momentos eran eternamente agotadores, a decir verdad. Chloé se había pasado media mañana en la habitación, en su cama aún con el pijama, pensando una y otra vez en lo mismo que le atormentaba desde ayer. No podía parar de pensar en su despedida, en que dejaría las clases un par de semanas, a sus amigas, a todos... A una persona en concreto. Lo único era, que aquella persona a la que echaría de menos no iba a sentir lo mismo, y era eso lo que más le atormentaba.

Ya cuando se levantó, sin demasiadas ganas, se arregló y demás, no bajó al Gran Comedor a desayunar, cosa que siempre hacía, si no que no dudó en ir a aquella pared, que rápida como siempre era, aparecía, la Sala de los Menesteres.
Sabía perfectamente lo que habría en esa habitación: un cálido aroma suave, un silencio realmente tranquilizante, varios sofás antiguos y como no, lo que ella andaba buscando, un piano y una silla cómoda para tocar. No tardó nada en sentarse nada más ver aquel piano. El olor a nuevo se entrelazaba con el aroma fresco que había en la habitación; sus sentidos se hicieron más perspicaces y sin darse cuenta, cerró los ojos, optimizando cada detalle de ese estupendo segundo de gloria.

Tras estar así un par de minutos más, decidió abrir los ojos con una cálida sonrisa hacia el piano, y posar su débiles y frágiles manos a las teclas suaves del piano. Poco a poco movió sus dedos con dulzura y gracia, haciendo sonar con gran devoción el piano que había deseado ella. El sonido del cual salía este, era tranquilizante, justo lo que Eve había estado buscando toda esa mañana. Al fin y al cabo, la mañana no acabaría como ella pensaba.

por **Scorpius H. Malfoy** Miér Ago 29, 2012 3:17 am

Terca y tonta como ella sola no pudo quedarse callada y quieta sin buscar más problemas. Me siguió e intentó hacer que me detuviera para responder sus amenazas sin sentido. Si lo que buscaba era sacarme de mis casillas diciendome lo poco valiente que podía llegar a ser no lo lograría de esa manera, ¿cuantas veces no había escuchado algo similar?
Pensé en marcharme y dejarla tal cual ella lo decía, con la palabra al aire.La tomé con fuerza del hombro empujándola contra el muro sin importarme si le hacía daño o no y posicionando ambas manos a los costados.
-Escucha bien pues no voy a repetirlo y más vale lo tengas presente- le escupí cada palabra con desprecio hacia su persona y lanzando le una mirada dura y furiosa. -No te metas en mis asuntos si aprecias tu vida y la de tus amigos, eso incluye no indagar en mi familia y en Albus.- tomé uno de sus mechones apartándolo de su lindo rostro. Con la varita fuera apunté a su cuello donde hice algo de presión. -Fue un placer haber charlado contigo pero creo que no volverá a repetirse- arrugue la nariz separándome de ella. -A tu lado el ambiente se contamina y eso no es bueno para la salud.- Apunté a sus pies susurrando el hechizo, dejándola anclada al suelo. Le despedí con un beso al aire mientras caminaba hasta la esquina. Ella podría deshacerse de ese pequeño incoveniente pero para entonces yo ya habría desaparecido. Bajé las escaleras hasta el siguiente piso y continué hasta las mazmorras.

por **Chloé E. Benoit** Vie Ago 31, 2012 11:56 pm

Notó la presión sobre su brazo y intentó oponerse, lo que el fue ya imposible al ser empujada hacia la pared fría. Cerró los ojos al contacto de este y lo miró con el más odio que podía trasmitir. No habló, solo se quedó en aquella posición maldiciéndolo en su mente, deseando que alguien entrara y le diese un gran golpe en la cabeza, por engreído y idiota. Apretó los dientes cuando su varita tocó el cuello de esta y lo miró, con la última mirada que le puso trasmitir.
- Maldita sea- eso fue lo más decente que pudo soltar pese a todas las barbaridades que se le pasaban por la mente en ese momento. Miró hacia al suelo, ya con el hechizo posado en sus pies y lo intentó mirar, pero fue en vano, ya que la sabandija se escapó antes de hacer nada. Pobre imbécil, que no sabe más que escupir maldad.

Sacó su varita como pudo de su gemelo, ya que la tenía guardada debajo de su calcetín. Apuntó con decisión hacia el conjuro y en poco minutos estaba liberada. El muy cobarde ni si quiera le dejó que reprochara. Bueno, este no sería el final. Todas las amenazas las pagaría caras, una a una. Y de momento, lo mejor que podía hacer sería ir hacia su mejor amiga para contarle la visita del Malfoy. Diente por diente.

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