Flashdance || Eilleen & Albus

Pensar, analizar, reflexionar o cualquier actividad que requiriera de un esfuerzo consciente y lógico por parte de mi cerebro me daba un terrible dolor. ¿Para que intentarlo? Lo único que podía hacer era sentir, dejarme guiar por la vista: los colores eran tan brillantes y fugaces; el olor: eran mil aromas mezclados que llegaban hasta mi nariz, ¿en verdad estaban allí o solo era mi mente y el recuerdo lo que los traían a mi?; el gusto: los sabores explotaban en mi paladar, agridulce, el sabor de la vida; el oído: la risas de Albus y Eileen, tontas e infantiles, mis propias risas; y el tacto: el suelo era frío pero realmente no lo sentía del todo. Yo estaba a mil años luz de aquel lugar. Las estrellas brillantes me hacían sentir bien y si me sentía de esa forma, no tenía porque preocuparme.

¿Cómo habíamos llegado aquí? No estaba muy seguro. ¿importaba? Ahora los problemas se habían esfumado. Rodé hasta topar con el cuerpo de alguien más, pequeño y menudo. Eilleen. Apoyé mi cabeza en su vientre, sus risas haciendo que todo su cuerpo se convulsionara. Mezclar los anti-depresivos, que tomaba del despacho de mama, tomarlos con alcohol como si fueran dulces y agua no fue una idea muy brillante si le preguntaban a alguien, a nosotros mismos si estuviéramos cuerdos, pero como dije, nada importaba, no ahora.


OFF: Piensen que llevamos un buen rato con la fiesta asi que sois libres de abrirse y confesarse y decir y hacer estúpideces porque no recordaremos nada. Con la buena que nos hemos puesto... On sait pas

De lo único que estaba consciente y seguro era de mi nombre, mi extraño nombre que no era propiamente mío porque antes ya había pertenecido a otras personas, a alguien más. ¿Entonces no tenía nombre? No, no tenía. Aquella tonta e incoherente idea me hizo desternillar de idea. El chico sin nombre.

Sentí sed, no me saciaba, mi cuerpo pedía más, mi mente intentaba decir que era suficiente pero en los últimos años mi mente había gobernado mi cuerpo y por una noche, nada malo pasaría. Logré sentarme no sin algo de esfuerzo. El vientre me dolía de tanto reír y no podía parar, Eileen y Scorpius no ayudaban, era tan contagioso. Me arrastré hasta la esquina donde la bebida sobrante se encontraba. Era increíble que aún quedara algo, parecía que no se acababa. Rellené con mano temblorosa el vaso, llevándolo de nuevo hasta mis labios. El contenido no entro por completo en mi boca lo cual me hizo reír de nuevo como idiota.

No sé cuanto tiempo reír, pronto ya estaba dando vueltas y toda la habitación giraba. - Quiero música - solté en voz alta, alegre y juvenil.

El toque de otra piel en mi mejilla me hizo darme cuenta que tanto mi cuerpo como el de ella ardía. Fuego vivo. Pero al estar mis sentidos mezclados y confundidos apenas y era consciente de eso. De pronto sentí la necesidad de un respiro, estábamos encerrados y yo quería una brisa fresca que me despertara del sueño. Miré como Albus dando tumbos logró ponerse de pie, tomar aún más de la bebida de la alegría y en lugar de tomarlo vaciarse el contenido directamente encima de él mismo. En medio de la confusión logre construir una idea coherente: Albus jamás había estado tan ebrio en su vida, ebrio y drogado. Así con la facilidad en qué pensé en eso, el pensamiento se esfumó como humo.

No creo que se haya dado cuenta de lo que había hecho porque arrojó el vaso al suelo; suerte antes de perder la razón nos tomamos la molestia de hacer ciertos hechizos preventivos: como la habitación insonorizada, los objetos flexibles anti-quiebres, la bebida inacabable, los muros y suelo esponjosos porque vaya que sabía yo que una caída era dolorosa cuando no lograbas estabilizarte; lo lanzó y se quedó en mitad de la habitación. Uno, dos, tres segundos y él dio vueltas intentando no caer. Reí como loco una vez más.

¿Música? Si, yo también quería. Me levanté como pude y llegué al lado de mi amigo para cantar a todo pulmón y tocar mi guitarra invisible entre mis manos. El premio al más desentonado del año era todo mío.

Risas alocadas, acompasadas, de complicidad y todo eso a un volumen algo molesto a aquellas horas, que a saber cuales serían ya. No sabía con exactitud quien había conjurado esa habitación, el porqué de botellas sin fin, el cuando, pero que más importaba. Los detalles ahora eran insignificantes, lo único que ahora importaba era no caer preso de Morfeo o simplemente, no disfrutar. El techo seguía dando vueltas, parecía que él mismo bailaba junto con sus risas. Cada vez que parpadeaba parecía que el techo se movía con más gracia, hasta llegaba a un punto el cual parecía que se iba a derrumbar y caerían encima de mí. Decidí dejar de mirar hacia arriba, algo captó más mi atención, la cual ahora era algo distorsionada. El chico de pelo platinado bailaba al sol del silencio, junto con un par de risas. Por inercia lo miró con un ojo cerrado, cuando saltó de la risa a la vez que Albus ante el ridículo que había montado allí. ¿Pero quién debía de ser excepción? Compañeros de juergas, charlas y hasta mismo bando, todos con problemas y los tres con distintas personalidades, pero al fin y al cabo, todos éramos iguales. Puros Slytherin aun que quisiéramos negarlo.
Me levanté con algo de dificultad con ayuda del hombro de Bus, el cual ni si quiera parecía saber donde estaba. Mojé mis labios y fui hasta donde las botellas parecían tranquilas, confidentes de nuestras desgracias y risas. Miré por encima de todas cuando al azar agarré una y la abrí lo más rápido posible. Un grito de victoria, y otro trago de alcohol más en mi organismo. Con un contoneo sensual, fui hasta Scor y reí ante mi baile absurdo, los remordimientos y las vergüenzas vendrían a la mañana siguiente, si es que seguía viva. Con una señal de cabeza intenté llamar la antención de Albus, el cual tampoco podía ser una excepción. Pero que era un baile sin música; con un simple golpe de varita, música de no-sé-donde comenzó a sonar cuando comencé a bailar al ritmo del compás. Esto sí que era ahora un buen baile y no el que estaba por acechar.

En poco tiempo Scorp ya estaba a mi lado brincando y moviendo sus brazos frenéticamente, tocando las notas invisibles de su guitarra inter-espacial. Su voz tampoco tardo en escucharse, no era la primera vez que lo escuchaba cantar a todo pulmón y con sentimiento, eso sucedía cada vez que tocaba fondo, refugiándose en algo de bebida, ya me había tocado ser quien recogiera sus pedazos.

Me uní a sus saltos hasta que la música llegó a mis oídos, fuerte y viva. Mi cuerpo siguió contorsionándose con un nuevo estilo, mi voz salió sin que yo pudiera detenerla. Noté que Eileen también bailaba, bastante cerca de mi buen amigo a quien cabe señalar ese tipo de comportamiento no le molestaba para nada. Merlín nos salvara, no quería ver que tan lejos pudieran llegar, que esperaran a que yo terminara frito en el suelo o me desapareciera buscando el camino de regreso a la sala común. Me metí entre ambos sin dejar de moverme, de mi varita serpentinas y confeti nos llovió.

Ambos, Albus y yo, bailamos a un ritmo arritmico mientras nuestras voces coreaban una canción hasta hace poco desconocida pues cada quien cantaba una parte diferente, tardamos algo en acoplarnos y llegar a la misma estrofa.

Ví como Eileen avanzó hasta mi, a pocos centímetros de distancia, el espacio era casi nulo, contoneando sus caderas. Le sonreí con la que intento ser una sonrisa provocadora aunque dudaba que me hubiera salido. Posé mis manos sobre su cintura, acercándola más, dispuesto a llegar más lejos. Olvidé que ella era quien era y que no estábamos precisamente en el mejor lugar de todos, eso y que tampoco estábamos solos pero la necesidad de sentir otro cuerpo sin reservas era tan grande que todo lo demás pasó a segundo plano. Para mi mala suerte, no llegamos a más pues otra figura se metió entre ambos, con lo mareado que estaba apenas y me importó. Sentí que algo caí encima de mio, alcé la mirada y allí muchos papelitos caían, abrí la boca para decir alguna incoherencia pero rápidamente se me lleno del confeti que Albus había provocado. Los escupí como pude.
Regresé al baile extraño que nos habíamos montado. - Serás sandwich Albus - le amenacé con una sonrisa mientras comenzaba a cercarlo entre Eileen y yo.

Con algo de risa pude ver como Albus se metía entre los dos y comenzaba a llover confeti. A decir verdad, no había pensado en "algo más", en un tono más subido, simplemente quería disfrutar de aquel momento, el momento del cual mi mente tendría lagunas y para mi suerte, este momento sería uno de ellos. El comentario de Scorpius me hizo reír alocadamente y resonó sobre toda la habitación, pese que la música sonaba a su más alto volumen. Seguí bailando pero esta vez más tranquilo, el momento sensual había terminado. Los tres parecíamos realmente un sandwich, Albus con su idea de separarnos se había puesto en medio bailando sin más, Scor a la otra punta seguía con su mismo baile, ahora lejos de mi alcance yo solo movía mis caderas al son del compás. Mi mirada pasaba inquieta entre el amigo del medio y el otro, para quedarse en él. Merlín, el alcohol parecía dar efecto ahora y hasta podía oír chismorrear y saltar mis hormonas. Mis mejillas se rosaron en un par de segundos, la mirada del chico me hacía sentirme algo efusiva y no sabía el por qué. Ante aquello, un comentario sarcástico deseaba salir de mi. Sabía que estando ebria su comentario iba a ser algo incoherente, estúpido, pero sabía que ninguno de los tres se acordaría de todo esto mañana.
-Van dos amigos bailando sensualmente y viene un aguafiestas. ¿De quién hablo?— Intenté contener la risa pero el alcohol formaba más de un 70% de mi organismo y él era quien mandaba ahora. Desde aquella posición pude fijarme en que los chicos eran algo más altos que yo, pero no mucho más. Los tacos que había utilizado para venir hasta aquí - cosa que mi mente no me deja saber cuando o como habíamos llegado hasta aquí - me hacían algo más alta, pero ellos seguían llevando un poco de ventaja. Y mi mente, reaccionando más lenta que las anteriores veces, se paró en seco y miró a Albus. Sabía que el baile estaría a la vuelta de la esquina, nuestra "jefa" nos había ordenado que fuéramos juntos. Yo se lo había pedido con anterioridad hacía un par de días atrás, pero no habíamos ensayado como era debido nuestra entrada. Lo agarré con toda la sutileza que pude y hice una pequeña reverencia cuando me miró.
-Señorito Potter, ¿me concedería el honor de bailar conmigo esta noche tan espléndida?— Me mantenía firme para que ni si quiera una pequeña sonrisa se dibujase en mi rostro. Le mostré la mano ante la pequeña pregunta.

Mi colorida lluvia de serpentina y diminutos papeles de colores no duro mucho. Ante la inminente amenaza de convertirme en relleno de emparedado humano, intenté huir de los brazos de Scorpius que querían atraparme pero mi falta de orientación y equilibrio no me ayudaron mucho, terminé estampándome con mi propio perseguidor, cayendo en la trampa. La tortura no fue tan mala después de todo, incluso podía decir que era divertida. Una tapa de pan, se separo de nosotros y me vi arrastrado por Eileen. Se inclinaba frente a mí extendiendo su mano. En cualquier otro momento, con mi cerebro funcionando como normalmente solía hacerlo, seguro hubiera aceptado la invitación pero al pensar en la idea de tener que coordinar los pies, deseche la invitación inmediatamente. Ojalá hubiese encontrado una forma más elegante de escapar pero lo único que logré pensar fue que me sentía muy pesado, tanto que me deje caer. Las risas estridentes de Eileen bloqueaban cualquier otro sonido. El baile de salón no me gustaba mucho, que supiera bailar era por las incontadas veces que mamá nos obligó a ensayar a James, papá ya mi. Lily era mujer, ella podía hacerlo sin mucho esfuerzo, pero nosotros éramos otra historia. Después de todo, mamá lo consiguió, le costó mucho trabajo pero lo logró y en casa tenía a tres decentes bailarines, así en las reuniones no teníamos de qué avergonzarnos. En secreto le agradecía que me hubiese obligado a aprender.

Me quedé en el suelo pero al notar la proximidad de los supuestos pasos de baile de mis amigos rodé hacía un costado. El suelo esponjoso se me hizo tan cómodo que solo cerré mis ojos por un par de segundos, los oídos me pitaban y sentía la boca seca. No Merlín no, era muy pronto como para querer sentir los efectos del alcohol, algo no andaba bien conmigo. Me arrastré hasta la puerta, las ganas irrefrenables de ir al baño me inundaron al sentir la fría corriente del pasillo. Dentro era un horno pero fuera era diferente. Temblé y me puse de pie, apoyándome de la pared.

Caminé en la oscuridad por alguna extraña razón mi varita había desaparecido, no me preocupe mucho por ella, después de todo las varitas eran como un perro fiel: siempre volvían a su dueño, o ¿no?
Pesado, me sentía pesado y con ganas de dormir.

OFF: Según tengo entendido es necesario cerrar los post para dedicarnos a la trama. Eileen, allí si bailaremos lo prometo ajajaja. Por ahora digan que me quedé dormido en algún recóndito lugar, o que me encontraron dormidito en algún otro sitio.

El novedoso baile del sándwich no duró mucho, con Albus retorciéndose para escapar del centro, la cosa terminó en cada quien moviéndose por su parte, a su ritmo y propio estilo. Observé con gracia como Eileen se apoderaba de mi amigo ebrio para hacerlo bailar un género diferente al que estamos escuchando. Recordé entonces que yo también debía asistir al estúpido baile. ¿A quién se le ocurría hacer eso? Pues fuera, como fuera, el dichoso baile nos había caído como regalo del cielo a pesar de no ser algo de mi agrado, tenía que estar allí sí o sí, nunca habia tenido realmente la opción de escoger. Lo peor es que mis padres habían confirmado su asistencia, yo había visto la invitación en la habitación principal, colocada pulcramente al lado del florero fino, junto a otros papeles. Estaba consciente que con mi padre vigilando en su papel de profesor, estaría presente durante la velada, con lo que no contaba era con mi madre allí también. Eso complicaría un poco la misión.
Obligué a mi mente a volver al presente, aún no quería pensar en todos los problemas que me aguardaban, ya me abrumarían de nuevo en cuanto la resaca comenzara con sus efectos.

Siempre considere a Albus el cerebro de nuestra amistad, yo era más del tipo de trabajo manual, no es que no usara mi materia gris, es solo que no pensaba demasiado las cosas, para mi era o hacerlas o no, considerando todas las consecuencias. E incluso ahora, ebrio, mareado, perdido y todo, Albus encontró la forma de zafarse de Eileen y sus intentos por querer practicar para el baile. El solo se deslizó. Después de eso no supe que paso con él. No estaba seguro de si habían pasado solo un par de segundos o minutos pero al mirar en toda la habitación, me vi solo en compañía de la chica.
― ¿Dónde está? ― pregunté sin mucho sentido y la verdad también sin mucho interés, ni siquiera había mencionado a quien me refería, se trataba de una pregunta-pensamiento formulada en voz alta, sin el verdadero propósito de hacerla.

De pronto el mundo entero se sentía mal, o quizá solo se trataba de mi. Me detuve intentando recuperar mi cabeza, la cual parecía seguir dando vueltas. ¿Había llegado muy lejos esta vez? Retrocedí a pasos tambaleantes hasta topar con la pared y una vez allí pegue mi rostro al frío muro. Oh jodido Merlín, esto comenzaba a parecerme un desastre.



OFF: si quieres lo alargamos un poco o lo cerramos directamente Eil.

Mi cerebro razonaba lenta, muy lentamente; mis queridos intentos de practicar el baile con mi pareja habían sido aplastados por él mismo, dando paso a su desaparición. Parpadeé indecisa mirando la habitación, sin darme cuenta el muchacho se había escapado de mi y de todos. Me giré levemente para toparme con la cara desecha de mi amigo, fruncí el ceño ladeando la cabeza y puse un pié en frente, caminando hacia él como podía. Ni si quiera sabía como me mantenía de pie, tampoco sabía si todo aquello volvería a mi la mañana siguiente, pero que más daba, para eso había hecho esto. A un paso de llegar hasta él, mi equilibrio falló y tropecé, casi dándome de bruces al suelo, pero por suerte Scor estaba ahí y me sujetó. Quedamos pegados, demasiado. Carraspeé sin darme cuenta ante la situación y miré hacia otro lado. Sentía mis mejillas fundirse, ahora estarían teñidas de un color rosado que para mi gusto, nunca me gustaba.
-Si él no quiere, quizás tú si puedes concederme un baile― Levanté la mirada algo insegura, realmente todo aquello siempre era nuevo para mi. Pese tener un año menos que ambos, yo había tenido mis deslices con algunos alumnos. No se podía decir que habían sido muchos, pero de algo servía. La practica nunca se creaba en mi, siempre parecía principiante en todo aquello. Solo había veces contadas en que todo lo que yo decía salía espontáneo, no tenía que forzar nada, pero lo peor era que todas aquellas veces siempre habían sido con él.

Me fijé en su mirada, parecía algo perdido a si que retrocedí un paso atrás. El abrazo un tanto raro que se había formado lo deshice con facilidad, quizás era hora de irse a dormir. Sabía que no podíamos irnos tan fácilmente, ambos ebrios, diría que demasiado, no podríamos merodear a oscuras por el colegio. Yo misma sabía que no podría si quiera llegar a la puerta de la Sala Común, pese que estábamos muy cerca. Aquello me hizo pensar en nuestro amigo ahora desaparecido, debíamos de ir a buscarlo si no queríamos que nos descontaran algo de puntos a nuestra casa y lo castigaran severamente por encontrarlo ebrio en el recinto educativo. Parpadeé sin pensarlo, mis ojos ahora no parecían ser de ayuda, resecos pedían a gritos ser cerrados hasta mañana.
-Yo creo que... debemos de ir a buscar a Al...― Mi mirada se paseaba inquieta por todos los objetos de la lavandería, no sabía muy bien que me pasaba pero prefería rehuir de aquello. De todas formas, sabía que Bus era prefecto y que tenía ventaja; nosotros éramos dos alumnos más del montón, si nos pillaban ebrios por el castillo tendríamos graves problemas. Todos aquello menguaba pero a la vez se quedaba grabado en mi mente, la cual ahora solo empezaba a dar jaqueca.

Off: Escusas y más escusas... Ya sabes Scor, tú eliges

Sonreí estúpidamente cuando al mirar en dirección a Eileen la vi acercarse a mi, ella estaba borrosa o distorsionada, o ambas cosas, su imagen solo no se quedaba quieta lo cual me mareo más. Su estable andar le duró poco, me atrevería a decir que había sido suerte la que la ayudo a dar esos cinco pasos, el sexto fue falso y estuvo a punto de besar el suelo de lo lindo sino es porque yo la sostuve a tiempo. Sin tomar mucho en cuento lo reducido que nuestro espacio personal quedó sostuve su mirada con la mía. Cuando ella no pudo más, la desvió y yo estuve cerca de dejarla ir, de decir Suficiente, vayamos a dormir, mañana hay cosas que hacer" sin embargo su voz volvió a sonar, la música ahora me parecía tan lejana, casi no la escuchaba.

Mi garganta ardía, mis piernas se doblaban y mi cabeza daba vueltas pero no por ello me detuve. Ella se alejó de mi, ya la seguí hasta hacerla girar y sin aviso alguno, sin contemplaciones o miramientos, junte sus labios a los míos. El juego debía terminar o empezar según se le viera. Mi mano recorrió su espalda hasta topar con su cintura, pegándola más a mi. La pier ardía incluso por encima de la tela.
― Albus sabe cuidarse ― susurré contra su boca, decir que sabía a alcohol era poco, los sabores eran demasiados, todo lo que habíamos consumido aquella noche había quedado en el olvido.


OFF: Ahora no puedes quejarte, puse las cosas interesantes.

Todo entorno había desaparecido en pocos segundos, el zarandeo de dicha persona me hizo sentirme pequeña, indefensa, sin saber que hacer y por donde salir. El calor de alguien sobre mi me hizo abrir los ojos con sorpresa, sabiendo a la milésima quien había sido causante de todo. Mis labios se fundieron con los suyos sin reproches, tampoco había tenido tiempo de hacerlo. Con los ojos abiertos contemplé pocos segundos el espectáculo para luego dar paso a lo espontáneo. Cerré los ojos casi sin darme cuenta, mi cuerpo se juntó al de él con brusquedad, ahora el frío ya no existiría. Mi lengua buscó la suya con algo de exasperación a lo cual fueron rejuntadas y movidas con elegancia sobre su boca. Mi corazón latía sin rumbo, mi respiración ahora comenzaba a subir al igual que el calor corporal. Mi mente pedía a gritos que me separase de él, que todo esto había sido un error más cometido, pero algo más fuerte me decía que siguiera y no acabase, que mordiera sus labios hasta el alba. Con algo de impaciencia y sin mucho conocimiento, llevé hasta la fría pared a mi amigo que aún si quiera habíamos parado el beso desenfrenado. Me separé milésimas de sus labios para coger una bocanada de aire lo suficientemente grande como para no volverme a separar en varios minutos. Pero en ese corto término de tiempo, ese algo habló sin ni si quiera dejarme participar.
-Para, esto no está bien.― Sabía que sí estaba bien, que ambos nos merecíamos lo que ahora habíamos hecho. Que él necesitaba algo para olvidarse de sus problemas y que yo, simplemente, necesitaba a alguien para no sentirme rechazada. Me separé bruscamente de él sin pensarlo dos veces, mis labios ahora ardían como el fuego, pedían ser agarrados hasta que no quedara nada de ellos. Me di la vuelta y suspiré con resignación sin que se diera cuenta, ahora con los ojos cerrados todo se veía con una perspectiva distinta.
-Sabes que si soy una más, como todas, no está bien Scor.― Mi voz se había vuelto ronca y casi sin fuerza, carraspeé ante el nudo que se formó en mi garganta. Busqué mi varita entre todas nuestras cosas, con algo de dificultad conseguí encontrarla y llegar hasta un recipiente. Suspiré aliviada cuando bebí de el a base de un hechizo. Puse todo mi peso en un aparato que había por ahí, algo lejos del alcance de Scor. Cerré los ojos casi sin pensarlo. Merlín, por qué ami y ahora.

El momento después a ese primer instante fue placentero, demasiado. Sentí su barrera ceder y unirse al juego. Presuroso, duro, ansioso. ¿Era correcto? No lo sabía, seguro que no, pero eso era algo que me tenía sin cuidado. En mis dieciséis, chicas es algo que no faltaba, siempre había alguien dispuesta a tomar el lugar de cualquiera otra, pero llevar aquel estilo de vida, era, ni siquiera sabía como expresarlo. Una parte de mi seguía vacía, esperando... ¿esperando qué? Lo sabía, yo sabía pero me obligaba a negarlo, así dolía menos.

Mi mano derecha se había trasladado hasta su nuca, fue un beso de dolor y furia, de cansancio y miedo pero no había algo más, eso era todo. Toqué su lengua, pequeña y húmeda, se enredó con la mía. Me sentía eufórico y estúpido. Sus labios carnosos se movían al mismo ritmos que los míos. Perdí la noción del tiempo hasta que ella se separo de mi, poniendo distancias entre ambos.

No era posible que a Eileen le importara aquello. Carajo porque todas decían eso. ¿Acaso no entendían? A mi edad, yo solo buscaba probar, intentar, conocer, no atarme a alguien. Creí que ella lo entendería, Eileen no era ninguna santa. Reí secamente llevando una mano a mi rostro.
― ¿Es enserio? ― pregunté incrédulo. ― Oh vamos Eileen, sabes muy bien que a no ser que se trate de algo del trabajo, nada conmigo es serio, menos algo como eso. Ni siquiera tu eres tan excepcional. Pero bien, de acuerdo, finjamos que nada de esto ocurrió. ― Pudo haber sido algo bueno, salir, un par de veces, divertirnos, ella me agradaba pero yo no era estúpido, no luchaba por causas perdidas. Tomé mi varita y comencé a limpiar, los alegres papeles de colores que Albus había creado fueron barridos, las botellas vacías recogidas, el lugar ventilado, los hechizos anti-sonoros retirados, nada había ocurrido aquella noche.
― Cuida que no te vean al salir ― añadí después de todo el silencio que se hizo mientras ordenaba. Con las manos en los bolsillo me dirigí a la salida. Indirectamente había sido rechazado, mi ego había sufrido un pinchazo pero nada que no pudiera corregir, después de todo quizá ni lo recordara.

Desde aquella posición la perspectiva cambiaba, con aquel beso desenfrenado el alcohol parecía casi ni notarse y todo se veía con mayor lucidez. Me sentí como una completa estúpida al pensar cosas que no eran, a intentar no sentirme rechazada y ser algo más fuerte. Mordí mi lengua fuera del alcance del chico mientras la habitación se recogía sin rechistar. Sabía que excepcional era la palabra que no me dejaría cerrar los ojos y dormir bien esta noche, pero ¿qué importaba? Parecía comportarme como un típico Gryffindor con sentimientos, alguien que le importase su entorno, su vida. Y si era cierto, ¿por qué él? Todo se almacenaba en mi cabeza desordenado, ya habría tiempo de encajar piezas. Crucé mis pies y puse toda mi atención en él, hice una risa sonora al contemplar que había sido él quien había conjurado el hechizo de limpieza, yo si quiera me acordaba de él. Mis ojos seguían gritando para que fuera a dormir, pero aún la cama no llamaba mi atención. Quizás ya había causado bastante y había dejado hablar a mi parte de sentimientos; mejor guardada, nadie sufre.

Con sigilo abrí la puerta de la lavandería, todo fuera de la habitación me parecía algo tremendamente enorme, con una risa recordé a Albus, seguro que ya estaría en su cama durmiendo. Miré a ambos lados del pasillo y le hice una seña para que se acercara, debíamos de ser cautelosos y ágiles, nadie podía saber que estábamos fuera de nuestras camas a altas horas de la madrugada, fueran las que fueran. Juraría que el sol había comenzado a salir hacía poco, pero no estaba del todo segura. Comencé a andar lenta pero a la vez rápidamente, debía de encontrar un punto medio entre lo lento y lo rápido. Parecía que sí había salido el sol, ya que las grandes ventanas transmitían luz débilmente de afuera. Ahora era algo más peligroso, si algún profesor merodeaba por allí de seguro que tendríamos un grave problema. Me di prisa hasta que suspiré ahogadamente cuando vi nuestro cuadro y Scor pudo decir la contraseña con facilidad. Una vez dentro todo mi cuerpo se relajó, no me gustaba que me sancionaran por ir ebria en el colegio. Bajé las pequeñas escaleras de la Sala Común hasta llegar a un sofá de cuero negro, me senté sin pensarlo dos veces. No esperé compañía de nadie, Scor lo más seguro es que fuera a dormir cosa que no opondría resistencia. Me acomodé como pude y con un juego de pies me deshice de mis tacos. Sonaron hueco al caer, levanté mis piernas para que no tocaran el frío piso.
-¿Te vas o te quedas?― Formulé la pregunta mirando a la nada, hacía días que mi mirada se perdía en el olvido. Justo como él dijo, nada de eso había pasado, no interpondría sus ideales ni su forma de ver las cosas. Simplemente ami me gustaba ser algo, sentir que no solo era un deseo sexual. Sonreí sin saber por qué y lo miré a Scor.

El incidente no volvió a mencionarse durante nuestro trayecto de regreso a la sala común, lo cual en parte podía interpretarse como algo positivo o como algo negativo, ¿es que en verdad no le había gustado? Mi fama entre las féminas que habían salido conmigo, era bastante buena y ella no decía nada. Agité de lado a lado mi cabeza, alejando la idea de mi. Mientras ella caminaba al frente, tomando todas las precauciones necesarias para evitar ser descubiertos, yo andaba a un paso despreocupado, más que nada por el cansancio y el sueño. Mi cerebro había sido desconectado desde hace un rato.

Llegamos sanos y salvos sin ningún contratiempo, una vez dentro ella se alejó, tirándose en el sofá más cercano. Mis pies me arrastraron hasta dejarme en mitad de la sala, mirando el vacío. Su voz en mitad del silencio me despertó de nuevo. Debía estar de joda. Me obligué a caminar hacia las escaleras.

― Sera mejor que duermas todo lo que puedas ― solté cuando ya me encontraba en el primer escalón. ― Mañana tenemos un encargo que hacer. ― Sin un buenas noches, subí el resto de las escaleras. La fiesta había terminado.