And is it worth the wait, All this killing time? || Eileen & Albus

Sin tomar en cuenta lo extenuante que podía ser el colegio por si solo, con las clases, las pruebas, los deberes, el quidditch y mil cosas más, mi vida estaba patas arriba desde la llegada de mi tía y su revolución tomándome a mi como pupilo, primero sufrí de las lecciones intensivas que me daba; juro que me quedaron varias marcas a lo largo, para después pasar a ser un simple mandadero, no me había esforzado tanto para terminar ser el recadero. La mayoría de los mortífagos me veían como un crío que solo era parte de eso por mi árbol genealógico y mis lazos de sangre; estaba harto de sus comentarios sarcásticos. Después de la última clase, aquel viernes ya no daba para más. En cuanto llegué a la sala común me desplome sobre el primer sofá que encontré, no me molesté en ir a mi habitación y dejar mis cosas, para su mala fortuna fueron botadas y olvidadas en una esquina muy rápidamente. Cerre los ojos deseando poder escapar de todo y fingir que era un simple mortal más en la tierra. La puerta no tardó en volver a abrirse para dejar lugar a una nueva persona.
Había estado contando conque al ser viernes ni un alma se apareciera por allí a esa hora, al parecer no sería así.

Pude sentir a ese "alguien" acercarse con sigilo hasta mi. Los duros entrenamientos me habían servido de mucho, había aprendido a ver con los ojos cerrados, a dejarme guiar por mis sentidos. La oleada de perfume fresco llegó hasta mi nariz y lo reconocí, en los últimos días se había convertido en un olor familiar, se debía sobretodo al tiempo que ahora pasaba con la dueña de tal aroma. Recordé otros momentos y otras sensaciones, todas ellas dolorosas como para rememorarlas. Mi ente había creado su propio escudo para auto-protegerme y todos esos recuerdos habían sido enviados al fondo, al olvido en un baúl. Su voz me trajo de regreso al presente, tarde un par de segundos más en hacerme escuchar o dar algún signo de vida. Abrí solo un ojo y la miré invertida a cuanto mi posición. Sonreí de medio lado.
-¿Indefenso yo?-pregunté elevando una ceja y soltando una risa ligera. -Me parece que quien esta en peligro eres tu cariño.- volví a cerrar los ojos, acomodándome más en mi lugar. -Acabas entrar al nido de las serpientes y estamos solos.-dije refiriéndome a la sala común y al hecho de no haber nadie más por el lugar.


OFF: Albus tardará algo en responder, según me dijo, quiere darnos un "momento" asi que hará su aparición mas tarde.

-¿Que te hace pensar que no lo estas?- respondí a cambio. El toque de nuestra piel hizo que abriera de golpe los ojos y con lo que me encontré fue con su rostro a pocos centímetros del mío. La chica era linda, eso no podía negarlo y aunque la mayor parte del tiempo jugábamos a tira y atrapa sin preocuparnos de las consecuencias, comenzaba a preguntarme que pasaría si llegábamos más lejos que eso. Justo cuando me disponía a comprobar mi hipótesis, si me elevaba un poco en la posición correcta, nosotros tocaríamos más que la punta de nuestras narices pero ella se alejó con su paso sensual hasta el otro extremo. Deseché la idea, tenía más ganas de dormir que de intentar ver que pasaba con la chica y conmigo. Bostecé y volví a recostarme en mi lugar. -Si te hace sentir menos vulnerable, esta bien, el chico en apuros soy yo.- finalicé pasando mis brazos por mi nuca y cruzando los pies. En momentos como este me preguntaba, si ya tenía un futuro planeado, ¿servía de algo continuar en Hogwarts y estresarme con tanta basura? Vamos, que con lo que había aprendido en los últimos meses fue mucho más que lo que aprendí en mi último año en el colegio. Pero todo era una tapadera y no podía desertar así como así. Ahora no.

Después de una sonrisa forzada que intentaba mostrar amabilidad de mi parte para con el tío Neville que era ni más ni menos que el profesor de herbología, salí con las manos ocupadas. Eso pasa cuando se es gentil con la familia, en teoría ningún lazo sanguíneo nos unía pero fueron tan constantes las visitas entre el, tía Luna (otro caso parecido) y mi mamá que habíamos terminado por considerarlos como tíos incluso si no lo eran. Y ahora me encontraba caminando en dirección a la enfermería a dejarle a Poppy o Candice un cargamento de nuevas raíces de ve-tú-a-saber-que-plantas para la preparación de ungüentos, pomadas, brebajes y otros tantos menjunjes.

Subí hasta el primer piso y me dirigí a la enfermería, por suerte Poppy fue quien me recibió, no es que su "ayudante" no me agradara pero tomando en cuenta que lo último que quería saber en estos momentos era sobre máscaras, capas oscuras y muerte, era mejor si no me topaba directamente con Candice. Cuando la enfermera me echó de su recinto caminé hasta las escaleras para ir a las mazmorras. Un elevador no le vendría mal al viejo castillo, ya iba siendo hora de modernizarlo; seguía estancado en la edad media.

Arrastré los pies hasta el cuadro de la serpiente que no me dejó entrar sin algo a cambio. Respondí una de sus preguntas con respecto a la pureza de sangre y se abrió. Me arrastré al interior, allí solo vi a dos personas, conocidos; siendo viernes yo bien pude haber pensado que Scorpius estaría tonteando con alguna chica. Cuando me acerqué más vi que no estaba nada equivocado, en efecto, estaba con una chica. Eileen era una buena amiga mía, pocas veces lograbas entablar verdaderas amistades en un sitio en el que todos actuan por conveniencia propia, entonces si, tuve suerte, de encontrar personas como ella. La posición en la que estaban no dejaba nada a la imaginación aún así no tenía ganas de estar solo e irme a encerrar a la habitación de chicos. Pasé a su lado como zombie a su lado hasta la alfombra frente a la chimenea que lucía apagada, me tumbé directo en el centro y me extendí como estrella de mar. Sabía que probablemente me estuvieran mirando por interrumpir de aquella manera sin haberme excusado.
- Oh no, por favor adelante, continúen y finjan que no estoy aquí. Prometo no hacer ruido.

Ahogué un nuevo bostezo. Morfeo se apoderaba de mi lentamente, era un batalla perdida, pensé en que todo sería más fácil si me rendía y agitaba la bandera blanca pero quedarme dormido en compañía de alguien no era lo más educado del mundo, mejor si dormíamos juntos. Con ese último pensamiento rondando mi mente el peso de alguien más se instaló en mi vientre, sus piernas rodeaban mis cadera. No hice movimiento alguno, tampoco era la primera vez que me encontraba en una situación como aquella. Abrí los ojos y la miré aburrido adrede. Ni pienses que caeré así fácil, necesitas algo más provocador dulzura.

Iba a levantarme con un "Quizá otro día cariño" e irme directo a las escaleras, subir hasta la habitación, entrar al baño, tomar una ducha y desaparecer del mundo hasta mañana cuando tuviera la batería completamente recargada pero un ruido llamó tanto su atención como la mía. Me apoyé sobre los codos para elevarme y lograr ver por sobre el respaldo de sillón. La puerta se abrió cuidadosamente y dejo paso a un nuevo invitado. Albus camino pasando a un costado ignorándonos deliberadamente. Elevé una ceja, el chico por lo general tenía energía para todo, siempre sonriendo y brincando por aquí y allá como chiquillo pero esta vez se veía apagado. Las marcas malvas debajo de sus ojos eran incluso más oscuras que las mías. Él llego frente a la chimenea donde se dejó caer en la alfombra con el escudo de slytherin y permaneció quieto y sin decir nada por un par de segundos. Me moví de mi lugar tomando una posición menos comprometedora, no es que me importara que me vieran, tampoco sería la primera vez que me pillaban haciendo algo más con una chica que solo hablar aunque normalmente tomaba mis precauciones; pero el hecho de que Albus no hubiera realizado ningún comentario en burla o con sarcasmo con referente a como nos encontró era preocupante. Indiferente, esa era la palabra que lo describía.
- En realidad ya terminamos, fue algo rápido- respondí marcando la palabra "rápido", intentando sacarle algún comentario sobre mi falta de aquello.
- Mierda Albus- finalicé al no recibir una verdadera respuesta de su parte. - Sigue viviendo de esa forma-dejé la segunda parte de mi discurso inconcluso, el "y no sobrevivirás" esta implícito. Su estado físico ya era alarmante.

Lo que fuera que haya dicho Scorpius pasó por sobre mi radar sin ser detectado, lo mismo sucedió con el comentario de Eileen. Sus siguientes palabras por el contrario si alcancé a percibirlas pero no me molesté en responder, me limité a subir y bajar mis hombros con lentitud. Sabía que se preocupaba por mi, que cuidaba mi espalda como yo hacía con la suya pero había ocasiones en las que ni yo, mucho menos él, podía ayudarme.

La alfombra bajo mi peso se sentía cálida y suave a pesar de parecer que tenía años allí no era así, incluso podía oler el limpiador de telas allí presente. El techo y las paredes tenían un color verde oscuro debido a la falta de luz que las aguas del lago no dejaban entrar, un paisaje muy diferente a aquel de medio día donde los tonos variaban de un azul turquesa a un verde aguamarina. Pensé en la banal que la vida podía ser, allí tumbado pensando en el ambiente y sus colores, más allá mi par de amigos disfrutando de lo que la juventud podía ofrecer y es que justamente así debería ser nuestras vidas, llenas de diversión de caidas y tropezones que nos dieran experiencia, pero no era así. Estamos madurando muy rápido, demasiado quizá.

-¿Mmmm...?-articulé un sonido bajo para preguntar lo que acababan de decirme. Solo había visto los labios de Eileen moverse pero sin llegar a entender lo que dijo. La mirada de Scorpius no ayudaba mucho, preocupación y fastidio. -Parpadea o tus ojos se secarán- le dije intentando calmar la situación. Scorp podía explotar fácilmente cuando se trataba de cosas que le importaban y en las cuales no podía meterse para solucionarlas, como mi caso para ser más exactos. -Dejen de mirarme así. Estoy bien solo algo cansado y aburrido- volví mi mirada al techo para perderme de nuevo en los colores. Azul... como su mirada.

Merlín me llenara de infinita paciencia. Es que simplemente no era posible. Miré a Albus diciéndole silenciosamente lo enfermo que estaba, no solo me refería a su estado físico; y en lo desacuerdo que yo estaba con lo que el hacía. Rodeé los ojos en cuanto el hizo un comentario sarcástico. Sabía que intentaría llevar la conversación a terreno más seguro porque así era Albus, él podía joderte si tenía ganas hasta conseguir lo que buscaba pero cuando se trataba de él, la regla no aplicaba de la misma forma. Que conveniente. Solté un gruñido y me puse de pie, caminando por la sala y revisando algunos objetos que allí había botados sobre las mesas y las sillas.
- Disculpenos su alteza por molestarle en su hora de descanso - comenté de forma mordaz. No estaba molesto con el, no estaba molesto con nadie más que conmigo mismo porque yo tenía la culpa de todo. De sus marcas bajo los ojos, del cansancio, del miedo, del dolor, de la culpa, de todo, porque fui yo quien les inició a ambos en esto. Y ahora nadie podía escapar. Estaba sacando mi malestar con él, que no debía pagar mis errores. Miré a Eileen, sentada aún en el sofá de cuero negro, también se veía fatigada pero ella lo llevaba mejor, al menos intentaba llevar una vida normal, si es que podía llamarsele de una forma. - Supongo que todos estamos en la misma situación - comenté soltando el aire. Un suspiro pesado y profundo.

La situación se estaba volviendo molesta y nociva. No me gustaba el ambiente, a si que debería de cambiarla a mi parecer. Por lo que había analizado estas últimas semanas, Albus era un chico tímido, callado, pero valiente sabiendo que no le teme a nada. Por el contrario, Scorpius era un tipo arrogante, reservado, frío, pero aun que no lo parezca es sensible. Y ahí estábamos, los tres, cada uno en su universo, cada uno pesando en sus mil y una cosas que nos pasaban día a día y que nos atormentaba como humanos que eramos, pero los tres teníamos algo en común por el cual no sonreíamos completamente. Los tres sabíamos que habíamos hecho aquella locura por propia voluntad, de la cual ya no se podía escapar. Todos lo sabíamos, todos sabían donde nos metíamos y decidimos seguir hacia delante. Mejor sería que los tres siguiéramos juntos y no dispersados; el dolor sería más fuerte.
-Pero no por eso debemos de estar muertos.-- Sentí ambas miradas en mí, donde la mía estaba perdida en un punto fijo, sin ni siquiera prestar atención. Sabían que tenía razón, que los tres estábamos allí, juntos, por algo, pero que no debía de acabar el mundo. Si acabase, que fuera con una gran sonrisa. -Sé que soy demasiado optimista, puede que solo a veces, pero vamos, caras largas, algo no tiene que sacar de esta melancolía.-- Parpadeé parcialmente, los ojos se habían irritado y secado por estar tanto tiempo mirando a un punto fijo.

El silencio se volvió permanente en la sala. Bufé de la rabia al sentirme completamente indiferente. Yo misma estaba en aquella situación no lo pasaba tan mal, o por lo menos no lo hacía saber a los demás. Quizá fuese así mi personalidad, quizá no me agradase dar a entender a la gente lo que me pasa, pero debía seguir a delante quisiera o no. La vida no era siempre una completa sonrisa, a veces era forzada, otras ni si quiera se mostraba, pero nunca es el final. Con solo verlos tenía ganas de maldecirlos a los dos por esas caras largas. Poco más podría aguantar viéndolos así.
Miré a Albus, que ahora seguía mirando hacia el techo y salté del sofá, me puse hacia su lado y troné los dedos.
-¿Se puede saber realmente en que piensas?-- Su comportamiento comenzaba a ser contagioso y parecía que Scor comenzaba a estar igual. No sería yo la próxima. Si era Albus el que hacía que los tres estuviéramos así por su estado de ánimo, yo cambiaría eso. Muerto el perro se acabó la rabia.

Cerré los ojos con fuerza cuando le escuché hablarme de aquella forma y una mueca de disgusto se apoderó de mi boca. Ya sabía, o tenía una idea, de lo que estaba pensando: se auto-culpaba de todo, ya habíamos hablado de ello. Días si, días no, era un tema recurrente. Generalmente aquello salía a colación por lo que se rumoreaba en los pasillos, la mayor parte de la población estudiantil consideraba a Scorpius como un tipo oscuro y de mala leche, no solo por su apellido que en sí ya le daba fama, no, él mismo se había ganado su propio titulo de chico problema. De una u otra forma, aunque le pasaran los comentarios yo sabía que no todos le eran tan indiferente, el tampoco era inmune, un humano después de todo.
- Aún - murmuré completando el primer comentario de Eileen, quien solo intentaba apaciguar nuestros ánimos y redirigir nuestros pensamientos en dirección menos turbia pero ¿de que servía evadir la realidad? Las cosas eran así y no iban a cambiar.
El sonido de un chasquido cerca de mi oreja hizo que mirara en la dirección de donde provenía y me tope con Eileen a pocos centímetros de mi. Apenas le miré antes de volver a mirar el techo. Pensé en no responder pero eso sería muy grosero de mi parte. - ¿Por que quieres saber? - respondí a su pregunta formulando otra.

Secundé el leve murmuro de Albus con otro bajo "aún". Hoy estábamos aquí repantigados en la sala común, auto-compadeciéndonos, al menos en el caso de Albus y el mío pues al parecer Eileen intentaba sacar provecho de la situación y no agobiarse tanto; pero ¿y mañana? ¿Dónde estaríamos mañana? En mitad de una batalla contra aurores, o en alguna mision suicida, o atacando muggles, o cazando sangresucias, o, había muchos o de donde escoger. Momentos como estos eran invaluables, no volverían.
Reí en voz alta, fuerte y claro cuando observé a la chica acercarse a mi amigo e indagar el motivo de su estado.
-No creo que quiera saber - respondí en lugar de Eileen. Albus a simple vista podía parecer un chico común y corriente, no muy alto, piel pálida, cabello oscuro y un poco revuelto quizá el color de sus ojos le hacía vistoso, nadie esperaría ver dos puntos verdes en mitad de su rostro, pero la cuestión era que el arma de Albus no se encontraba fuer, en realidad era muy práctico que no fuera así, punto estratégico si me preguntaban, la fuerza de Albus era algo interno. Su mente era algo peligroso, a él le gustaban los juegos en la que debía utilizarla, el atacaba lenta y sutilmente sin que lo vieras venir y cuando te dabas cuenta de ello, ya era tarde como para hacer algo. -La cabeza de Albus... - comenté botando a una esquina un pequeño artefacto que hasta hace poco había encontrado como interesante. -... es un hoyo negro. - finalicé mi definición, la cual me pareció muy acertada.
-Mejor no acercarse mucho si no quieres ser absorbida. Jamás saldrás ni serás la misma si eso pasa. - aunque no lo pareciera... Albus si era peligroso.

Rodé los ojos escuchando comentarios absurdos de ambos chicos. El que estaba en el suelo, aún muerto solo decía más que incoherencias, algunas no, pero solo frases echas. En cambio el otro auto-culpándose. Vamos, ¿enserio vamos a pasar los días que quedan de martirio? Seré yo, mi forma de pensar o quizás es que sea loca, pero por lo menos no ando con caras largas y menos a escondidas.
-Quiero saber el motivo por el cual mi amigo está así, aparte del que los tres sabemos.-- yo misma sabía que algo escondía. Hacía poco que lo conocía pero yo tenía un sexto sentido. Quizás fuera el de las chicas.
Miré de reojo a Scor y reí por lo bajo ante el comentario. Es posible que quisiera saber más de lo que él pensara y que supiera más cosas de los que ambos creían, pero como no era así, debía de preguntar. También era posible que la cabeza del Potter fuera un gran hoyo negro, pero me gustaban los retos.
-¿Y entonces como denominarías la tuya, precioso?-- Cerré un ojo amistosamente y volví hacia el que prendía en el suelo. Rodé los ojos nuevamente. Amarguras.

Fruncí el ceño en cuanto escuché la original y amable descripción que mi amigo le daba a mi valiosa mente, aunque por otro lado reí silenciosamente; solo a él se le hubiera podido ocurrir semejante cosa. Negué llevando una mano a mi frente, no importaba que tan mal estuviera todo, me alegraba que su tonto y estúpido humor siguiera allí presente.
Volví a encogerme de hombros con ligereza. No acostumbraba ir por la vida contando mis problemas, en ese aspecto yo era demasiado reservado o como el propio Scorp diría: Cerrado. Tal vez se debía a una forma inconsciente de auto-protección. Fuera lo que fuera, yo me iria a la tumba con mis secretos y problemas. Cambié el tema, respaldando la nueva idea de Eileen. Esta vez fui yo quien se adelantó a responder su pregunta. -Si la mía es un hoyo negro la tuya es una estrella moribunda- solté con malicia. El juego de palabras estaba implícito. Ladeé un poco mi cabeza para ver su expresión. Por algún motivo esperaba haberle picado, dudaba que eso fuer posible, a él todo le pasaba y no le daba importancia a nada; a nada que no le conviniera.

Enderecé la espalda y saqué el pecho, fingiendo quitar pelusas y arrugas de mi ya impecable túnica. Con mi porte excepcional abrí la boca dispuesto a explicar la profundidad y complejidad de mi mente cuando Albus tomó la palabra. Todo el teatro se cayo después de escucharlo; me doble en dos y comencé a reír a pierna suelta. Estaba por apoyarme en la esquina de una de las pequeñas mesas que había en la sala pero no calculé bien la proximidad y terminé yéndome de bruces, caí cerca de los pies de Albus. Vaya que eso era perder el estilo en pocos segundos. Solté un improperio pero no dejé de reír. Me quedé allí tumbado.
- Entonces cuando sea mayor también seré un hoyo negro - hablé con voz ilusionada y exagerando un poco el tono. - Algún día seré como el gran Albus Potter - agregué empujando sus piernas para poder acomodarme mejor. - Es tu turno pequeña Eileen, ¿Nos describes tu mente malévola o lo hacemos nosotros?

Le observé reír como desquiciado. Lo que había dicho no había sido para tanto pero cuando llevas tanto tiempo conteniendote dentro de ti mismo es normal que llegue el momento en que debas expulsar todo de una sola vez. A Scorpius solía pasarle, eran mejores los días en que reía a aquellos en que estaba molesto y toda persona que se le acercaba pagaba el riesgo. Me uní a su risa cuando miré cuando rodó por el suelo hasta mis pies.
-Hombre, me alegra saber que estas sobrio-dije en mitad de las risas. Sin saber como exactamente había pasado, Eileen ya estaba a nuestro lado. Me detuve en seco apoyándome sobre un codo para decirle eso no sucedería. Jamás sería tan genial como yo.
-Entonces... ¿un meteorito?- pregunté con una ceja arriba. -Yo diría más bien asteroide- la diferencia era clara, últimamente se la pasaba alrededor de Malfoy al igual que otras tantas; solo esperaba que no terminara igual que ellas. Confiaba en que Scorp tuviera la decencia de tomarla en cuenta aunque fuera solo por ser Sly.

Sobrio... esa palabra me hizo pensar en que hacía tiempo que no salíamos de juerga y nos divertíamos como idiotas. Ideas, ideas. Sonreí para mi mismo. Me puse de pie ignorando cualquier otra cosa de la estuvieran hablando.
- Levanten sus traseros del suelo - ordené imperativamente. Caminé hasta el sofá dónde mi varita había quedado olvidada, después de rebuscar en las orillas la encontré y la metí donde acostumbraba guardarla, en el bolsillo trasero de mis pantalones. Giré para ver que habían seguido mis instrucciones pero los encontré en la misma posición. Caminé hasta Albus y comencé a tirar de él. - Se acabó la hora hippie chicos ahora vayamos a alegrarnos la vida en compañía de Mr. Alcohol - pronuncié la última palabra lentamente, disfrutando de ella como si ya tuviera una buena bebida en mano. Mis provisiones se habían terminado hace tiempo, con las escapadas a la torre de astronomía, por lo que deberíamos salir del castillo si queríamos una noche mágica.
- Espero no tengan planes para mañana - tomé de nuevo mi varita transformé mi ropa en algo menos vistoso que el uniforme, colocando la capa sobre mi.

Solté un leve quejido cuando el peso de Eileen cayó sobre mi. Yo y mi problema con el contacto físico, era algo a lo que las personas que me conocían lo suficiente se habían acostumbrado: a respetar mi espacio si no querían que le diera una dura mirada. Claro, siempre tenía excepciones a esa regla.
Scorpius se levantó con una nueva idea rondando su mente, lo supe cuando nos miró y ya me hacía una idea de lo que podía ser. Otro problema, yo no era muy dado a salir e fiesta y beber como si no hubiera un mañana; y las pocas y contadas veces que lo había hecho era porque había tocado fondo. No era muy alentador considerarte un bebedor en potencia a los dieciséis años, sin embargo la opinión que tenía de mi quedó desencajada cuando después de haber sido tironeado por Scorp en su intento por hacer que me levantara, la pequeña Eileen se puso de pie y caminó hasta una de las paredes de la sala. Tanto mi amigo como yo nos quedamos a medio camino de hacer lo que estábamos haciendo. Solicitó su varita la cual busque en la alfombra para lanzársela. Hizo unos cuantos movimientos y regreso con sendas botellas. La miré sorprendido, ella era peor que el propio Scor… no, nadie era peor que Scorp.
- Oh no- dije poniéndome de pie y sacudiendo mis pantalones. Scorpius estaba más que listo para ir a tener su “noche mágica” - Estoy seguro encontraran algo divertido y sano que hacer ustedes dos- si las cosas iban a tomar ese rumbo yo bien podía excusarme e ir a la cama, que era lo que necesitaba antes que irme de fiesta. Que me llamaran aburrido y aguafiestas, yo era más responsable y menos crío que ellos.
Me estiré un poco. Si lo pensaba mejor, ellos necesitarían de mi si planeaban regresar tarde. Podríamos decir que…. No sabía que excusa podríamos tener pero siendo yo un prefecto algo se nos ocurría, ya había salvado en ocasiones anteriores al rebelde de Malfoy. Caminé hasta la puerta y le miré.
-Y entonces, ¿que esperan?

Dejé de molestar a Albus mirando como Eileen avanzaba y realizaba unos cuantos giros de muñeca con varita en mano. Incliné mi cuerpo unos cuantos centímetros para observar mejor pero no alcancé a ver nada realmente relevante, con la excepción de que ella ya me estaba entregando una botella de lo que parecía ser... ¿ron? Esto no emborrachaba a nadie, yo quería algo más fuerte. Aquella era la única forma en que yo desafiaba a tía Bella y sus ideales, entre más muggle fuera mejor.
Elevé una ceja al escuchar a Eileen decir que ya encontraríamos algo de entretenimiento, el doble sentido estaba muy bien marcado. No pensaba exactamente en eso pero la idea de jugar un rato no me era del todo indiferente. Miré a Albus, casi podía escuchar los engranajes de su cabeza moverse. Sabes que sin importar también lo deseas, lo necesitas. Ese fue el mensaje que le transmití con la mirada, años de práctica había hecho de nuestros mensajes codificados todo un éxito.
Caminé detrás del Potter resignado, pasando a un lado de Eileen.
- No sé tu cariño pero esto- dije alzando la botella que ella me había entregado. - no me es suficiente, además quiero salir de la cárcel aunque sea por una noche.- porque Hogwarts y todo eran eso. Una cárcel.

La puerta de la sala común esperaba abierta a que alguien la atravesara para poder cerrarse de nuevo hasta que otra persona necesitara de sus servicios. Seguro, divertido pensé cansado. La definición de esa palabra, y en realidad de muchas otras también, era bastante subjetiva. Mi idea de diversión no concordaba con la de esos dos. Tal vez después de todo si estaban cortados por la misma tijera y eran el uno para el otro, desde que Scor llegó una tarde y me dijo que había metido a la chica en el equipo pensé que ella debía tener algo especial o de lo contrario el mismísimo Malfoy no se hubiera tomado tantas molestias. También consideré la idea de que Scorp estuviera buscando un reemplazo inmediato, lo de Rose aún estaba algo reciente y siendo como es él, lo que quería era dejar todo atrás y dar el siguiente paso. Me sorprendí más cuando la vi en una de las reuniones que Bellatrix organizaba, usualmente nosotros no estábamos presentes pero ya que iba a ser algo que nos incluyera nos habían citado; ella allí de pie pequeña, Merlín solo era un año menor que yo ¿Cómo era posible? El mundo había perdido todo sentido.

Miré la pared aburrido, ahogando un bostezo, regresar a mi cama no sonaba tan mal. Salí de mi momento zombie cuando sentí algo frío rozarme el brazo. Eileen me estaba entregando una de sus botellas, la acepté a regañadientes, dudaba de su procedencia más aún cuando vi que salieron de una pared. Cuando terminaron su intercambio de miradas de haber quien cae primero ante los encantos del otro, rodeé lo ojos. Sin más atravesé el marco en dirección a una noche olvidable, porque en verdad, no quería recordar.